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Pero hay ciertas personas que sí que hacen desaparecer cosas, o al menos juegan con la fantasía de que lo hacen. Una fantasía de la que, a veces, somos partícipes y en la que nuestros cerebros toleran la idea de la desaparición absoluta. Estoy hablando de los magos, los ilusionistas.
Robert Kav forma parte de la Asociación Madrileña de Ilusionismo y lo primero que me dice es que cualquier efecto mágico tiene una vida externa, que es la que se percibe desde fuera y otra vida interna, que es la que nosotros vemos, la que realmente sucede.
Cuando hablamos de desapariciones podría tratarse de varios casos. Kav afirma que «normalmente, por parte del mago, se hace el enfoque de que se hace desaparecer un objeto porque este se ha vuelto invisible, lo muestras en la mano pero este no está. También puede tratarse de un juego de teletransportación, que el objeto se haya trasladado a un mundo externo o que un objeto se haya movido de un punto a otro de esta realidad pero entre medio haya desaparecido, porque se ha desmaterializado. Finalmente, puede ser un truco de pickpocket, o sea, el robar objetos al espectador. Esto resulta menos mágico porque es una cuestión de habilidad pura».
Robert prosigue, «sucede una cosa curiosa: cuando algo desaparece y no vuelve a aparecer, hay personas que se quedan con una sensación de vacío, en su cabeza necesitan la reaparición y sin esta se quedan incómodas, hay algo que les falta. Creo que es porque, al final, a pesar de que haya una parte misteriosa que no llegan a entender, el final del círculo debe cerrarse. No saben cómo se fue pero al final necesitan que todo vuelva a la normalidad. Si algo termina desapareciendo del todo, no responde a nuestra lógica».
Aun así, hay excepciones. Por ejemplo, en la magia de bar a veces se hace desaparecer el tabaco de una persona y en este caso sí que se juega con la idea de la desaparición absoluta, porque es algo que está ligado con un vicio que todo el mundo, o casi todo el mundo, quiere olvidar.
Todos entendemos que los ilusionistas no hacen desaparecer nada, solamente crean esa ilusión. «Creas la sensación de que tu magia es real y que tienes un poder. Todo el mundo acepta que no sucede absolutamente nada, esa parte racional siempre está en el espectador. Nuestro trabajo es conseguir que el espectador apague esa parte racional y se deje llevar, que la gente no sepa lo que está pasando y que disfruten. Durante los primeros minutos de un espectáculo de magia todo el mundo estará intentando descubrir el truco y, aunque no lo quieran, el cerebro verá una incongruencia lógica y se pondrá a trabajar. En el fondo el mago sacrifica su propia ilusión para poder llevársela a todo el mundo. Porque nosotros conocemos toda la parte interna, toda la arquitectura y construcción del truco».
Lo interesante del caso de los ilusionistas es esta aceptación selectiva de la desaparición, el no comprender con nuestras mentes humanas que algo pueda llegar a esfumarse del todo y exigir su retorno pero gozar del truco cuando lo que desaparece es una parte, digamos, oscura de nosotros mismos. En el fondo todo lo que nos rodea juega con esta idea.
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Pol Rodellar. VICE. 5/11/2016
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